BarricadaLocalesPortadaSinaloa

Marysol Morales: el arte de la traición bien pagada

En la política sinaloense, donde las lealtades suelen tener fecha de caducidad y los principios se negocian al mejor postor, la regidora Marysol Morales Valenzuela ha vuelto a confirmar su vocación por la traición como herramienta de ascenso. No es la primera vez, y todo indica que no será la última.

Originaria del Partido Sinaloense y promovida a la regiduría por el propio Héctor Melesio Cuén Ojeda, Marysol se presentó en su momento como una fiel escudera del PAS y defensora del proyecto que convirtió a ese partido en un actor relevante en la política local. Pero apenas se consolidó su primera posición en el Cabildo de Ahome, comenzó el distanciamiento con la misma naturalidad con la que se aceptan favores políticos en tiempos de campaña.

La historia ya es conocida: después de llegar al cargo arropada por el PAS, Morales Valenzuela se reacomodó discretamente en el entorno de la UAS, asegurando una plaza para ella de tiempo completo y una base sindical para su hermano, Lucio Morales, que por cierto es la plaza mejor pagada de todos, incluyendo a los actuales dirigentes del sindicato. Es decir, usó el trampolín electoral y partidista para garantizar su estabilidad administrativa y la de los suyos, mientras dejaba enfriar sus vínculos con el proyecto que la hizo visible.

Lo que sigue no sorprende, pero sí confirma una constante: hoy, Marysol vuelve a jugar en contra de quienes alguna vez la promovieron. Ya no sólo traicionó al PAS y a Cuén, ahora negocia abiertamente con el grupo político de Toño Menéndez en Ahome y el gobernador Rubén Rocha Moya en Culiacán, quienes, según versiones bien posicionadas, le han ofrecido una promesa de diputación para 2027. A cambio, claro, de lealtad instantánea, voto funcional y voz obediente.

Que ingenuidad de la regidora, lleva dos traiciones seguidas…creerá que le cumplirán la candidatura a la diputación, seguro será utilizada y abandonada.

Mientras otros regidores siguen recibiendo lo justo –y a veces ni eso–, Morales Valenzuela ya habría asegurado un sobre “personalizado”, una especie de bono de fidelidad política que reconoce el valor de su voto y su capacidad para cambiar de equipo sin rubor. Así se paga la traición en la nueva política sinaloense: con aspiraciones futuras y efectivo en lo inmediato.

La historia de Marysol es también un síntoma de la precariedad ética en la política local. No hay escándalo mayor cuando alguien traiciona, porque ya se da por hecho que todos están dispuestos a hacerlo. Lo único que cambia es el precio.

Lo trágico, más allá del oportunismo descarado, es la frivolidad con la que se entrega una estructura institucional como el Cabildo a quienes no representan a nadie más que a sus propios intereses. Morales Valenzuela no sólo le dio la espalda a quienes la impulsaron, también le ha dado la espalda al mandato ciudadano que la llevó a ese espacio bajo una bandera partidista específica.

En tiempos donde la palabra “traición” parece desgastada, Marysol Morales le ha devuelto todo su sentido original. Porque si hay algo que ha entendido mejor que nadie es que, en esta versión de la política, la lealtad ya no es un principio, sino un precio.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba