LocalesOpiniónPortadaSinaloa

Juego de lealtades: los movimientos oscuros en el círculo de Marysol Morales

En la política local, las lealtades no se ganan: se alquilan. Y en Ahome, el ajedrez que juegan los operadores de Toño Menéndez parece seguir esa lógica sin pudor. La sombra del cálculo político, el chantaje institucional y los acuerdos en lo oscurito se cierne sobre el entorno inmediato de la regidora Marysol Morales, cuyos asistentes —Jenny y Jesús Gil— han sido vistos en reuniones privadas con el propio presidente municipal, sin que exista hasta ahora una explicación clara sobre el motivo o el consentimiento de su jefa directa.

El viernes por la noche, cuando los focos estaban apagados y el acceso a presidencia se suponía limitado, Jenny y Jesús Gil ingresaron por separado al edificio. A ambos los recibió Toño. Nada casual. La hora, la discreción y el momento político hacen pensar que no fue una visita inocente ni improvisada. La pregunta no es si estuvieron ahí, sino a qué fueron y para quién trabajan realmente.

Desde hace semanas se ha filtrado que estos asistentes no solo han sostenido contactos con el equipo cercano de Menéndez, sino que incluso han reproducido versiones contrarias a la propia regidora, insinuando que ella se niega a firmar documentos y que ciertas decisiones provienen más de terceros, como Luis Rodrigo, que de su propio criterio. Una narrativa funcional para minar su autoridad interna y colocarla en el dilema de la sumisión o la traición.

El estilo de Toño y su secretario particular, Cutberto Ríos, ha sido descrito por distintos actores como un aparato de presión: promesas para los afines, amenazas para los dudosos y despidos para quienes aún conservan vínculos con figuras de la administración anterior. Su obsesión no es solo consolidar el control, sino borrar cualquier trazo del proyecto político de Gerardo Vargas Landeros, incluso si eso implica dinamitar puentes o quebrar equipos ajenos.

Pero el verdadero trasfondo parece más ambicioso: la construcción de un entramado de poder personal sin intermediarios incómodos. En ese esquema, figuras como César Guerrero comienzan a estorbar. La disputa por los espacios ya genera fricciones evidentes, como lo fue la negativa de Menéndez a dejar que la Secretaría de Economía retuviera el vehículo asignado al anterior titular. El cargo lo heredó alguien de su grupo, y el automóvil, también.

Mientras tanto, el silencio de Marysol Morales frente a los movimientos de sus asistentes deja dos posibilidades: o desconoce el nivel de involucramiento de sus colaboradores o, peor aún, los ha soltado como emisarios con pleno conocimiento del costo político. En cualquiera de los dos escenarios, la imagen pública de la regidora ya está comprometida.

La política en Ahome se ha vuelto un juego de traiciones pequeñas, donde los rumores se convierten en moneda de cambio y los cargos públicos en premios de fidelidad. Marysol tiene ahora ante sí una decisión: confrontar a los suyos, desmarcarse del juego o dejar que la absorban las redes de quienes ya no la ven como aliada, sino como territorio en disputa. Porque en este ajedrez, quien no mueve, es movido. Y quien guarda silencio, ya eligió bando.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba