NacionalesOpiniónPortadaSinaloa

¿Quién gobierna en Ahome cuando Toño se ausenta para consultar el libreto?

Menéndez ha convertido la búsqueda de “cobijo protector” en una costumbre política

El jueves 21 de agosto,  Toño Menéndez volvió a aparecer en un escenario ya conocido: el despacho del gobernador en Culiacán. No lo hizo solo. A su lado, como en otras ocasiones, estuvo Cutberto Ríos, ambos bajo la custodia de la Policía Estatal, como si el simple trayecto necesitara blindarse de fantasmas políticos más que de amenazas reales.

La imagen no sorprende. Menéndez ha convertido la búsqueda de “cobijo protector” en una costumbre política. Cada vez que la presión sube —jurídica, mediática o interna— su ruta de escape no es hacia la ciudadanía, ni hacia su cabildo, ni siquiera hacia su propio equipo, sino hacia el “Tercer Piso” en la capital. Ahí donde se escriben los guiones que luego ejecuta como alcalde.

El problema no es la reunión en sí, sino lo que representa: un líder local que, en lugar de encabezar, suplica instrucciones. Un edil que debería dar la cara en su municipio, pero que prefiere esconderse tras el respaldo estatal, como si la conducción de Ahome pudiera manejarse a control remoto desde Culiacán.

El episodio de ayer refleja, una vez más, el vacío de autoridad. ¿Quién gobierna en Ahome cuando Menéndez se ausenta para consultar el libreto? La respuesta parece estar menos en el palacio municipal y más en la oficina del gobernador. Mientras tanto, los problemas del municipio siguen corriendo, sin pausa, con un alcalde que cada crisis lo empuja a buscar refugio en vez de asumir liderazgo.

El guion podrá prestarse cuantas veces se quiera, pero el costo político de depender siempre de él es evidente: un municipio con un alcalde disminuido, cuya legitimidad se diluye cada que se le ve huir en lugar de enfrentar. Ahome no necesita actores de reparto; exige alguien que de verdad gobierne.

La ausencia del alcalde Menéndez en el palacio municipal ya no es un rumor, es un hecho. Desde la sesión de Cabildo del martes 19 de agosto no se le ha visto en ninguna actividad pública ni privada. El área de Comunicación Social, que suele ser el rostro visible de la agenda oficial, mantiene un silencio absoluto desde los días 20 y 21, sin emitir comunicados ni confirmar eventos. El vacío político se acompaña de rondines policiacos constantes alrededor del edificio municipal, lo que acentúa el clima de tensión y sospecha.

El silencio institucional abre la puerta a todo tipo de lecturas: ¿se trata de una medida de resguardo por razones de seguridad personal del edil? ¿O es el reflejo de una crisis política que ya no puede ser disimulada? Lo cierto es que cada día sin explicaciones oficiales debilita la imagen de cercanía, transparencia y capacidad de conducción política. La narrativa de un gobierno municipal presente y activo se derrumba frente a una ausencia prolongada y sin justificación.

La oposición, los críticos internos y los propios aliados inconformes encuentran en este escenario un terreno fértil para cuestionar la legitimidad y liderazgo del sustituto. Si el alcalde no aparece, si no da la cara, si ni siquiera fija postura pública, ¿quién conduce realmente el municipio?

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba